¿Tiene sentido seguir votando si nada cambia? ¿Para qué ir a las urnas si los candidatos no me representan? Estas preguntas, que muchas personas se hacen en voz baja, aparecen reflejadas con crudeza en una encuesta reciente realizada en la ciudad de Rosario.
Según el estudio de Innova Opinión Pública, llevado a cabo entre el 7 y 8 de junio con 400 entrevistas domiciliarias, el 81 % de los rosarinos cree que la gente vota cada vez menos porque no hay opciones que la representen. Y no es lo único preocupante: el 71 % está de acuerdo con la frase “ir a votar no mejora la vida de las personas”.
Estos datos pintan un panorama alarmante: la democracia no solo se enfría, sino que pierde sentido para buena parte de la ciudadanía.
Desconfianza, frustración y resignación
El trabajo de campo fue amplio y representativo: incluyó personas mayores de 16 años de todos los barrios de Rosario, con diversidad de edades, géneros e ingresos. Y lo que surge no es una mera apatía: es una desilusión profunda.
Solo el 27 % cree que el resultado de las próximas elecciones cambiará algo en su día a día.
El 63 % admite que la baja participación pone en riesgo el sistema democrático.
Y más de la mitad (54 %) afirma directamente que la democracia “no funciona”.
En paralelo, el 65 % de los encuestados dice no llegar o apenas llegar a fin de mes, lo que sugiere una fuerte conexión entre crisis económica y desencanto político. Cuando los problemas cotidianos se acumulan —inflación, inseguridad, servicios colapsados— y las soluciones no llegan, el voto empieza a perder valor.
Votar por obligación… ¿o por convicción?
Un dato llamativo: el 50 % está en contra de que el voto sea optativo, pero el 45 % preferiría que no fuese obligatorio. Es decir, hay una división real sobre el sentido mismo de ir a votar.
Y aún más elocuente: el 64 % cree que si la multa por no votar fuera más alta, la participación aumentaría. No por compromiso democrático, sino por miedo al castigo.
También se consultó por qué, en concreto, mucha gente no va a votar:
El 40 % dice que no sirve para mejorar la vida.
El 36 % directamente no se interesa por la política.
El 23 % siente que no pasa nada si no vota.
Una señal que los políticos no deberían ignorar
Los datos son contundentes. Y no se trata solo de números: reflejan un reclamo silencioso pero profundo. La gente quiere ser escuchada. Quiere propuestas reales, que mejoren la vida en serio, no slogans vacíos ni promesas recicladas.
Este mensaje no debería pasar desapercibido para quienes hoy aspiran a gobernar. Rosario no está diciendo que no le importe la política. Está diciendo que la política, tal como está, no le sirve.
Los partidos y los dirigentes tienen una oportunidad: renovar el vínculo con la ciudadanía, abrir canales reales de participación, poner sobre la mesa ideas concretas y medibles. El desafío es grande, pero es también la única manera de que las urnas vuelvan a ser un espacio de esperanza y no de resignación.
Porque si votar no cambia nada, lo que corre riesgo no es solo la democracia: es el futuro.
Opinión Pública Rosario Junio 2025
