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Ingresos en caída libre: El municipio se endeuda para cubrir el déficit fiscal

Ingresos en caída libre: El municipio se endeuda para cubrir el déficit fiscal

En medio de una merma del 20% en la recaudación por Derecho de Registro e Inspección (DREI) y una caída del 43% en los fondos de coparticipación federal, el municipio de Rosario volvería a recurrir al endeudamiento para sostener su funcionamiento.

El secretario de Hacienda, Guido Boggiano, confirmó que ya gestionó la emisión de $15.000 millones en bonos para obras y $29.000 millones en letras para el segundo semestre, a pesar de proclamar un discurso de “cautela” y “austeridad” en el gasto público.

La contradicción se vuelve aún más evidente al analizar el rubro de publicidad y propaganda: para 2024 se había proyectado un gasto de $1.145 millones, pero el informe presentado por el intendente Javkin el 8 de mayo revela una ejecución real de $3.749 millones, más de tres veces lo presupuestado. Mientras tanto, partidas esenciales como recolección de residuos (+94%) y alumbrado público (+61%) permanecieron prácticamente estancadas en comparación al 227% del gasto en publicidad.

Este nuevo salto a los mercados de capitales expone la falta de una política de ajuste real. Si el municipio aplicara verdaderas medidas de reducción del gasto —revisando contratos onerosos, eliminando erogaciones superfluas y reasignando partidas—, la necesidad de volver al financiamiento externo perdería sustento. En lugar de ello, se prioriza la bicicleta financiera que alivia el déficit inmediato, pero traslada la presión de intereses y amortizaciones a los próximos ejercicios fiscales.

Boggiano defendió la maniobra financiera durante su presentación en las jornadas “Mercados de Capitales” del Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF), aludiendo a la desaceleración de la actividad económica y a la “falta de información” sobre indicadores clave. Sin embargo, el contraste entre la escalada del gasto en propaganda —que superó ampliamente lo proyectado— y la parálisis de inversiones estructurales revela una apuesta decidida por la apariencia por sobre la gestión efectiva.

Mientras tanto, en los barrios rosarinos se percibe con nitidez el resultado de esta política: luminarias que no encienden, calles sin mantenimiento y un servicio de higiene urbana al borde del colapso en diversos sectores. La inversión en comunicar logros supera con creces la destinada a ejecutarlos, dejando al descubierto las prioridades reales de la administración, que responde más a la lógica de la apariencia que a la del buen gobierno.

La interrogante que surge es contundente: ¿Por qué insistir en aumentar la deuda si se disponen de recursos para recortar gastos superfluos y fortalecer servicios esenciales? Hasta tanto no se revierta esta lógica, la tensión entre el discurso de austeridad y las decisiones presupuestarias mantendrá a Rosario navegando en un endeudamiento que, en lugar de resolver, perpetúa la crisis fiscal.

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